En el vibrante universo del fútbol argentino, donde cada partido es un canto a la pasión, y el césped se transforma en una arena de gladiadores, los Superclásicos entre Boca y River son una leyenda viva. Aquí, les traemos un recorrido por las patadas más célebres, esas que quedaron grabadas en el corazón de los hinchas, fueren por su ímpetu o su desmesura.
Los zapatazos inolvidables del Superclásico
- La patada voladora de Krupoviesa: No hay un hincha que no recuerde aquel vuelo de Klinsmann criollo en el Monumental. Corría el clásico de 2006, cuando el lateral de Boca, sin miramientos, le puso los tapones a los ensoñadores planes de Montenegro. ¡Una imagen que se repite una y otra vez en la memoria futbolera!
- El «Kung-Fu» Sara en el 2016: En el duelo de arqueros, Sara dejó las reglas en el vestuario y le dio una patada de libro de artes marciales a Alario. Una postal que mezclaba la pasión desbordada con la inexperiencia de un suplente que, por un momento, se olvidó de que estaba en un partido de fútbol y no en una película de Bruce Lee.
- La embestida salvaje de Ruggeri: No podemos dejar de mencionar al Cabezón Ruggeri, un defensor que vivía cada Superclásico como si no hubiera mañana. En 1986, dejó sin aliento a Rinaldi con una barrida que parecía más una maniobra de limpieza del campo. ¡Un tren sin frenos que se llevó a todo por delante!
Momentos de pura adrenalina
Parecen cuentos del abuelo, pero quien estuvo ahi sabe que los Superclásicos siempre sacan lo mejor y lo peor de los jugadores. Aquel recordado encuentro del 90, con un Chicho Serna que parecía el león del zodíaco por la cancha, dejando rivales en el suelo con su ímpetu. ¡Pam, pam, pam! Cada patada era un tambor resonando en la Bombonera.
Las decisiones que cambiaron el partido
Las patas y codazos no vienen gratis, y la historia se escribió también en base a expulsiones polémicas y momentos que congelaron el tiempo. Al mismísimo «Burrito» Ortega lo vimos besar la lona y la tarjeta roja después de una de sus noches más calientes en la fecha de 2002. ¡Qué partido, viejo!
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El fútbol es para los valientes y en cada Superclásico, se vive a flor de piel. Las patadas, vueltas y revueltas, han dejado marcas imperecederas en la historia de Boca y River. Las historias de estos partidos están tatuadas en el alma de cada hincha y, aunque a veces algunos gestos de violencia puedan ser discutibles, no podemos negar que son parte de esa mística que hace del fútbol argentino una experiencia inigualable.
¡Señoras y señores! Este es el Superclásico, un duelo que se juega con el corazón, el alma, y a veces, con la tibia y el peroné. Porque más allá de los goles, las patadas y los roces son el fuego que mantiene ardiendo esta eterna rivalidad. ¡Aguante el fútbol, carajo!
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